lunes, 3 de mayo de 2010

Mar en calma


Las olas rompen el silencio,
de otra mañana de invierno,
cuando del cielo se muestran,
decenas de gaviotas,
que con suaves aleteos,
se mezclan en la espesa niebla,
que ha traído un enfurecido viento.

Roto un mar en calma,
se descubren quien lo desata,
que no es sino el rey de los siete mares,
porque descubre con asombro,
que en su palacio ha habido un robo,
de algo más valioso que el oro,
que como mayor presente,
tiene el recorrer por él,
su misma sangre.

Fruto de la pasión,
se creó en un tiempo atrás,
el alma de una sirena,
que era distinta a ninguna hecha,
porque era a la vez princesa,
princesa de mi cabeza,
que el destino supo ponerme cerca,
para hacerla presa,
de una vida entera.

Sin miedo a lo que venga,
pues jamás habrá tormenta,
que pueda hacer que la pierda,
sólo siendo la misma muerte,
que de fin a mi existencia,
habiendo merecido la pena,
cada uno de los días
que pasaré junto a ella.